miércoles, 31 de agosto de 2016

Día 1 - Llegada

He conocido muchos tipos de casa. Estuve en la casa verde. Se llamaba así porque se fumaban muchos porros. Oí hablar mucho de la casa flotante. Se llamaba así porque se fumaban muchos porros, creo. He estado en casas donde la basura te llega hasta casi las rodillas. He dormido en toda clase de sofás, esterillas, suelos y camas. Pensé que La Casa Inclinada se llamaría así por algún tipo de metáfora sobre su disfuncionalidad, pero no, realmente está inclinada. En el salón se nota bastante la inclinación. En el pasillo menos. Se aplana hacia el centro. Más allá, hacia el baño, se vuelve a hacer muy notable. Ese último tramo es muy inclinado. Un tapón de botella de canto baja rodando sin problemas. Me gustaría medirlo, quizás tenga un par de grados de inclinación.

Llegué ayer por la noche. Un amigo que vive aquí me deja quedarme. Lo llamaremos Negoción, a mi amigo, porque está montado en el dolar. Llegué con un colchón hinchable para ponerlo en la habitación de Negoción, pero estaba hecha una mierda y no había sitio. Negoción me dijo que no tenía ganas de ordenarla y que me buscara la vida, que ya la ordenaríamos, aunque ya es el día siguiente y todavía no la hemos ordenado. Dejé mis cosas en una esquinita de su habitación porque no quería molestar a los otros inclinados y eché un vistazo. El sofá era una buena opción pero estaba cogido. Saludé. Ei. Un habitante. Veganón, lo llamaremos. Porque es vegano. Me dio de probar unos garbanzos con curri que hizo hace una semana,  cuando me pasé por aquí solo para saludar. Buena mierda. Recordé los garbanzos y me fui a dormir a una habitación que estaba libre. Me sentí preocupado porque no había pedido permiso. Había muchos objetos personales. Intenté no mirarlos pensando que eso ya era casi una violación. Es absurdo pero no quería alterar el orden de la casa inclinada, su status quo se puede respirar en el ambiente. Me acurruqué en una colchoneta (no había cama) y no toqué nada.

Hoy me ha despertado un gato y me ha hecho mucha ilusión.


Ha abierto la puerta él solo, explorando, y me ha maullado un poquito. Me he levantado y se dejaba acariciar. ¡Qué bien!, he pensado. Lo llamaré Grumpy. Habría sido una buena amistad, pero hace unas horas se lo han llevado. Veganón lo estaba cuidando durante una pequeña temporada. Eso me ha dado una valiosa lección. No te encariñes con nada en la casa inclinada. Adiós Grumpy, siempre te recordaré. O probablemente no.

La cafetera estaba asquerosa por dentro.


Negoción no tenía café así que he bajado a comprarlo a un Carrefour. Se suponía que estaba al final de la calle pero no. Le he mandado un mensaje por el móvil y me ha dicho: sobrevive. El bueno de Negoción. He buscado en Google y he encontrado el Carrefour. Había muchos niños corriendo por ahí y jugando, y muchas señoras gritando. Yo no soy persona hasta que no me tomo mi café o similar, así que ha sido bastante duro. A la salida una señora loca se ha enfadado porque no la dejaban pasar con el carro por la cola de las cestas. Señora, respete el status quo de este sitio, he pensado. La señora estaba loca por alterar el orden, quería meter su puto carro y a sus putos cuatro hijos por la cola de las cestas. La he amado un poco, pero también la he odiado. No te enfrentes a Carrefour, señora.

El café ha salido sorprendentemente bien. La roña de la cafetera le ha sentado bien. Primera lección, me ha dicho Negoción, si la cafetera está sucia el café sabe mejor. Apréndelo. Mi vida empieza a ser una locura.

He buscado trabajo con el ordenador. Veganón me ha enseñado una taza con una polla que se copula a sí misma.


Increíble esta taza. Pieza clave. 

En fin, hay más cosas que contar. Pero también hay más días.