miércoles, 21 de septiembre de 2016

Día 21 - Pelo

 «La cebolla es escarcha
cerrada y pobre.
Escarcha de mis días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda.
»

Miguel Hernández

Ei. Qué pasa gente. Sí, sigo vivo. Sí, me esfuerzo por comer bien. Hoy he comido medio bote de lentejas. ¿No les has echado nada para condimentar? No, no les he echado nada, qué pesaos. No sé si hoy me voy a poder extender mucho, que el Señor Primigenio esta durmiendo en la cama de al lado y él no tiene la culpa de vivir en la habitación con un loco que cuenta su vida por internet. Por cierto, esta habitación antes era del Señor Primigenio. Qué cosas, ¿no? Ahora es la habitación de Negoción, ese gran ausente. El Señor Primigenio no tiene un colchón hinchable donde dormir. Va de aquí para allá, del sofá a la cama de Negoción, de la cama de Negoción a otra habitación que se quede libre. Es como un conde caído en desgracia que trata de recuperar su título nobiliario.

Veganón se sigue descojonando con mi alimentación, pero él sabe que me esfuerzo. Dice que esas lentejas de bote es mejor pasarlas por agua para quitarles el caldo. Que ese caldo no lleva más que mierda, químicos y cosas así. Que es mejor comprar alimentos bio. He visto esos alimentos en el eje del mal (supermercado) y son caros. No puedo permitirme tanta salud. La salud es cara, gente. Cuando tenga dinero comeré bien. No sé que estoy diciendo, lo más probable es que nunca llegue a tener dinero. Lo mejor es comer mierda, gente, acostumbrar al cuerpo al veneno. Si alguna vez os veis en mi situación agradeceréis haberme hecho caso. Diréis, no me importa comerme esa lata de albóndigas, mi cuerpo está acostumbrado. Seréis como Rasputín, sí, ese místico de la corte de los zares que sobrevivió al cianuro. Dentro de poco los alimentos llevarán veneno, es mejor prepararse. Directamente. Iremos al eje del mal y veremos en las etiquetas: aceitunas con cicuta. Pepinillos con arsénico. Señor Amanecer, ¿es buena idea que me compre esos tranchetes? No tío, que el arsénico no te sienta muy bien, píllate este queso rallado con mercurio, que a tu organismo aún le queda espacio para metales pesados.

Hablando del Señor Amanecer, ha vuelto. ¿Recordáis que se fue muy lejos para ver a su padre y se dejó sus anillos en la inclinada? El que haya dicho sí que se relaje, que eso nunca lo conté. Los auténticos seguidores de la inclinada ya sabíais que no, muy bien. Mirad que anillos más chulos y qué bien quedan en mis manos de pianista.


A mí en realidad me gustaría tener las manos de mi abuelo, curtidas de trabajar la tierra. ¿Pero dónde está la tierra aquí? Yo sólo veo putas calles, cemento y basura. Por eso tengo dedos delicados de porcelana.

EL PÚBLICO: Oye tío, ya es el día veintiuno y esto es un rollo. No te has metido en peleas, has empezado a comer sano. Lo más interesante fueron un par de moros que te intentaron robar el móvil. Tendrían que habértelo robado, pringao, que eres un pringao. Además, ¿cuánto hace que no tienes una entrevista? Pero qué narices haces con tu vida. Ni tienes entrevista, ni aventuras, ni nada.

El AUTOR: Yo al menos no soy la idea abstracta que resume a todo un colectivo de lectores, al menos tengo identidad y voz propia, al menos no soy un concepto ficticio. Y además, mirad que manos de pianista tengo. Si hay algún reproche mirad vuestras manos y comparad.

Por la tarde he estado en el estudio del Señor Julina. Sí, ooootraaaa veeeez. He estado trabajando. Repasando textos, pasando a limpio, retocando. Como os he colado esa de "trabajando", eh. El Señor Julina y yo hemos hecho un trato. Él me corta el pelo y a cambio yo compro y hago la cena. Como no sé cocinar he elegido una receta al azar. Risotto. Es arroz con queso, no puede ser tan difícil. He ido hasta el supermercado de la zona chunga, que está cerca del estudio. Han tardado mucho en encender las farolas y ha habido un momento de muchísima oscuridad que me ha llamado la atención. Como no sabía muy bien qué queso comprar, he comprado tres tipos distintos, pero al Señor Julina no le han gustado, o no cuadraban con su concepto de risotto. Así que hemos usado el queso del Señor Julina. Tampoco le ha gustado el arroz que he traído de casa, que era demasiado largo, me ha dicho. Así que hemos usado el arroz del Señor Julina. Al final yo sólo he puesto una cebolla y unos champiñones. Ya sólo me queda una cebolla. La cebolla sirve para todo pero también aporta cierta monotonía. A lo mejor empiezo a pasar de ella. Por cierto que al final ha cocinado el Señor Julina. Yo he intentado fregar los platos pero hemos acabado usando el fregaplatos del Señor Julina.

En fin, ya basta de hablar de las cosas del Señor Julina. Vamos a lo importante. El corte de pelo. Primero me han metido en una bolsa de plástico.


Después el Señor Julina me ha cortado el pelo.

 

Por último he decidido afeitarme la barba por primera vez en años. Aquí el resultado.


Todo un sexsimbol. Es broma, sigo siendo un zarrapastroso. 

A la vuelta se ha formado una neblina muy interesante. Pasa de vez en cuando. La gran gran ciudad es húmeda. Algunas noches los edificios lejanos quedan atrapados por la blanca bruma. Me he acordado de Devoradores de Cadáveres. Podrían salir de la ría. Caníbales cubiertos de algas.

Voy a causaros expectativas para mañana. Negoción sigue ejerciendo su crueldad desde la distancia y me ha encomendado hacer unos encargos para una conocida marca de alcohol. En concreto tengo que ir a la pequeña y lejana ciudad, y volver en el mismo día. Hola samurái, esta era tu antigua zona de confort. Adiós samurái, vete a la trinchera como la rata que eres y no vuelvas. Nada de saludar a amigos, nada de ver a la familia, mira pero no toques. Sí, sé que vosotros no me haríais eso.

¡Lo bueno es que vuelve Negoción! Y Negoción es sinónimo de aventura. Todo será posible a partir de mañana, volverán los "sal de la puta cama" y los "cómete esta hamburguesa", y los "vete a mi coche a por nosequé", y los "búscate la vida",  y los "no me des un beso de buenas noches", y los "algún día nos vas a hacer de oro", y los "no saldrás de esta habitación hasta que no hayas acabado tu novela", y los "toma esta pistola y protégeme", y los "prueba este hongo", y los "salva a esa anciana", y los "ojalá fuéramos homosexuales para sodomizarnos". En fin, ya lo conocéis.

Hasta pronto, seguidores del bushido. Este guerrero absurdo tiene que descansar. No sé muy bien para qué, supongo que habrá que seguir desperdiciando energía por ahí. Vosotros a lo vuestro y nos vemos por aquí mañana.

Un beso de buenos días con dientes inclinados y aliento de rosas. Muac.

«Desperté de ser niño:
nunca despiertes.
Triste llevo la boca:
ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.
»

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